Mi Pueblito Bueno

Los mejores veranos de mi vida los he pasado en un pueblito bueno de La Rioja. Me parecía que cruzábamos medio mundo y en esos meses nadie podía encontrarnos. En cierta manera era así. No se cuánto duraba el viaje pero recuerdo que teníamos que parar cada vez que nos cruzábamos con un camión, ya que el capó del cuatrolatas verde perico se abría. Menos mal que nos protegían las tres ranitas pegadas en el salpicadero. También recuerdo cuando subían del bar a avisarnos de que teníamos una llamada (a veces echo de menos no tener móvil). Las tardes en que cogíamos la bici y nos íbamos a la casa del árbol. La merendolas de chucherías. Estar comiendo y salir al camino a ver pasar el rebaño de ovejas. Intentar ligar en la piscina. Correr como una loca porque me perseguía un tábano. Los ratos cogiendo cucharetas. Pasarme el día descalza.

Qué malo es crecer y que todo se complique. Tampoco es que sea yo una Peter Pan de la vida. Cada etapa tiene sus cosas buenas y malas. Todas menos la adolescencia. Medio niños medio adultos estúpidos (esta vez enteros) con pájaros en la cabeza y el pavo más subido que el IVA. Creyendo que lo sabes todo y sin saber ni quien eres.

Los buenos momentos vuelven con la ansiada llegada de la madurez (ni que tuviera 40 años...) y la tranquilidad de sentirse a gusto con uno mismo. Aunque es verdad que el verano siempre nos regala pequeñas dosis de locura adolescente, todo se disfruta de otra manera. Por este año se acabó el pueblear, aunque siempre habrá alguna escapada invernal para pasar un poco de frío y refrescar las ideas.

Un saludo a Jasus&Sagio

(Que hace mucho que no comentan...)